Todas las personas -de forma más o menos consciente- tenemos un proyecto de vida,
pues es la forma en la que queremos construir nuestra vida, nuestro lugar en la sociedad y
está directamente vinculado con nuestros valores, expectativas y metas.
Vivir con una meta o un propósito permite tener una vida más satisfactoria y ser más
resilientes ante circunstancias favorables o desfavorables. Ese propósito es denominado
ikigai en japonés, y es la razón por la que levantarnos cada mañana y la que da sentido a
nuestra vida.
Construir el relato de nuestra historia nos permite poner en valor nuestra experiencia
vital, reconocer nuestros logros, comprender qué es lo importante para nosotros,
descubrir nuevas metas o reafirmar las que ya teníamos para nuestro proyecto de vida