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Apasionado de los animales, los dibujó con sagacidad y se enfrentó con brío a distintos tipos de materia para representarlos de forma tangible. Con mano recia trabaja aquí la lámina de hierro dejando aberturas que permiten apreciar el interior vacío de la escultura. Da forma al animal, de contorno redondeado y cortas patas, con el cuerpo surcado por estrechas acanaladuras, compaginando la robustez con una delicada y tierna representación que conquista al que contempla la obra. La luz resbala sobre las rugosidades e imperfecciones de la cabeza y sobre la superficie del cuerpo como un suave pincel que da vida a la pieza.