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Los surcos del campo se abren en el primer término, y convergen hacia el interior del paisaje, conduciéndonos hasta el fondo de la composición, subrayado por la línea ondulada de las montañas. Sobre esta rigurosa estructura, una fantasía de azules, morados, naranjas y rosas, da unidad y coherencia al conjunto. Domina la técnica, identificando luz y color.