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Doce grabados integran la serie «Vigo Antiguo» de formato apaisado, tamaño 30 x 49 cms. firmados todos «XConde» y fechados en el año 74.
Capta, el artista distintos panoramas de la ciudad, sustrayéndose de la anécdota, valorando la arquitectura, que reproduce con personal diseño de líneas y sombras que imprimen un acento romántico al paisaje urbano.
Resulta difícil no conmoverse ante algunos de estos decorados que la prisa o la costumbre nos han impedido definir, como la Plazuela en la que nace la Rúa de Santiago, con el simbólico olivo recortado sobre el mar, con las CÍes al fondo, en el Paseo de Alfonso; el edificio del antiguo Hotel Moderno, obra de Páczevich, en la pascaliana puerta del Sol; los edificios del cruce de Colón con Policarpo Sanz y García Barbón, el Banco Pastor y el conocido popularmente como casa Rubira, hoy ya desaparecido. En silencio nos obliga a reconocer la armonía de las plazas, monumentos y casas, testigos del pasado, rincones que acumulan recuerdos y que son algo así como nuestra reserva de tipismo. La Iglesia de Santa María, la concatedral, cuyas torres se alzan por encima de los tejados, asomando en la Plaza de la Constitución, en la de Almeida, y en la Rúa de San Vicente; el templo de San Francisco; en un ángulo de la ciudad perfilado sobre un cerro; el Puerto Pesquero en la Ribera, con el castillo del Castro al fondo; la calle de Pobladores, la calle Real; los soportales del Berbés; y el puerto deportivo, en el centro de la ciudad, con los jardines de «Las Avenidas» y los edificios de la calle de Montero Ríos al fondo.
Veinticuatro grabados componen la serie «Xente do Mar» de formato apaisado, tamaño 20 x 29 cms. firmados todos, «XC» y fechados en el año 73.
Con dibujo intuitivo, sin fórmulas determinadas, hace aflorar el vivir cotidiano de la gente del mar, sin desgarros ni estridencias, con una intensidad que se ve potenciada por el contraste de la tinta negra sobre el blanco del papel.
Las escenas nos envuelven, lentamente, trasladándonos al entorno marinero, con imágenes articuladas en grupos, parejas y figuras aisladas, conjugando sensibilidad y fuerza expresiva con sorprendente seguridad de trazo.
Una serie de elementos identificadores definen los temas: el transporte y arreglo de las redes; las distintas artes de la pesca y su variado aparejo; las reuniones de los hombres en la taberna; la espera; el reparto del pescado; la procesión del Cristo; y la íntima soledad de algunos personajes. Al verlos todos juntos, se produce un ir y venir de figuras, que se mueven con libertad, en un ambiente familiar con equilibrado ritmo de actitudes y matices psicológicos.
M. L. I. J.