CONDE CORBAL

La extraordinaria colección de grabados de este autor, que acoge la colección Afundación, son un perfecto catálogo de su quehacer en el ámbito artístico más destacado dentro de su extenso trabajo, desarrollado en diferentes disciplinas artísticas, desde el dibujo a la pintura, pasando por el grabado o el muralismo. En ellos rastreamos varios de los rasgos definitorios que engarzan su trabajo con el grabado europeo de entreguerras, con un expresionismo que ahondaba en el sentimiento humano, al tiempo que permite ofrecer todo un muestrario de introspecciones sobre cómo la persona se enfrenta a su entorno cotidiano. Ese entorno es la otra gran opción de la obra de José Conde Corbal a la hora de analizar su obra. Gran amante del territorio gallego a él consagra su obra, desde la recreación paisajística de ámbitos rurales de interior y de costa o conjuntos etnográficos con un gran valor arquitectónico, hasta la plasmación de diferentes oficios relacionados con las actividades agrarias o marineras.

Su ciudad natal fue siempre un anclaje a lo largo de su vida. En ella comienza a aproximarse a la actividad artística, en un tiempo en el que el influjo de Castelao y las pensiones de la Diputación Provincial habían generado un ambiente artístico renovador frente a las componentes regionalistas del arte, vinculando las nuevas experiencias creativas con el universo de las vanguardias y con la representación de una identidad gallega como opción estética. Inicia estudios en las facultades de Derecho y Química pero la opción artística se impone, y así, tras diversas experiencias profesionales, se instala en Ourense donde realiza su primera exposición individual en 1960. Acogida con numerosos halagos tiene claro ya cual será su camino. Comienza a realizar ilustraciones en el diario La Región aplicando sus imágenes a textos de Vicente Risco. Con este trabajo comenzaba también a incorporar en su obra plástica un profundo interés comunicativo, arte para representar, pero también para explicar una realidad que nos rodea. José Conde Corbal siempre mantuvo activa esa vocación ‘periodística’. En 1963 retorna a Pontevedra, precisamente en el año en que Diario de Pontevedra recuperaba su actividad perdida tras el fin de la Guerra Civil, dejando desde ese momento algunas de las páginas más deslumbrantes de ese medio de comunicación. Sus dibujos constituyeron auténticas manifestaciones de la etnografía o el folclore de la provincia de Pontevedra. Fiestas, romerías, rincones, retratos, fauna, monumentos, fueron objeto de su mirada y de sus trazos de claro corte expresionista, que en el blanco y negro del papel prensa generaban una atractiva y sugerente elección artística.

Pero lejos de ese papel, las posibilidades de José Conde Corbal se expresaron de manera igual de contundente. El espectacular mural que engalana el mítico café Carabela de Pontevedra se convierte en un espejo interior de esa ciudad que tanto quiso, pero también su pintura no dejó nunca de exaltar a la provincia y a sus gentes. Sus barcas en las encalmadas de la mar, la labor de los marineros dedicados a la pesca o a coser sus redes, incluso el vuelo de las gaviotas son de una identidad propia que rápidamente nos lleva a alguien de una profunda sensibilidad hacia su entorno y hacia esas realidades que muchas veces pasan desapercibidas por su cotidianeidad, pero que el artista rescata para otorgarle esa trascendencia y heroicidad que la representación artística le concede a sus motivos.

Ramón Rozas