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Sobre un fondo gris, creado a base de brochazos, se sitúa la isla concebida como una gran mancha de intenso brillo de la que salen dos ramas ondulantes y matéricas.
Los barnices, las diferentes materias y texturas que el autor presenta en la obra le permiten ofrecer una visión ambigua, muy personal, del mundo y del espacio. Los mapas son símbolos, que permiten que Freixanes "se adentre en el problema del misterio".
La tela pertenece a la "Serie de mapas", propuesta por el autor como un homenaje a Ptolomeo. Su interés por la cartografía antigua nace de considerarla como un mundo mágico, como una cartografía simbólica, donde importan tanto las referencias reales como las deducidas e imaginadas.
Las obras realizadas a comienzos de los años noventa, se definen, en palabras del propio autor, dentro de un "nomadismo evasivo". Son creaciones oníricas, de mundos fabulados, fruto de su pasión por los viajes y por los mapas, presentados como una invitación permanente para que el espectador explore en su obra y proyecte su propio viaje, el que se realiza con la memoria.
EXPOSICIONES:
"José Freixanes". 1990. Galería Juana Mordó, Madrid
REPRODUCCIONES:
Fotografía de la exposición en la Galería en: "Freixanes". Excelentísima Diputación de Pontevedra, Vigo, 1992, pág. 17