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Campos con matas y arbustos, y zonas boscosas, se suceden hasta el fondo subrayado por un perfil montañoso. El artista dibuja, con un lenguaje individual, que se reduce a lo esencial, un paisaje real de un lugar conocido que está en su pensamiento y que nos remite a un espacio de silencio. La rama que asoma en el cuadro subraya el carácter de fragmento de un paisaje que continúa más allá de lo que vemos.