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Rueda fue uno de los principales miembros de la llamada generación abstracta española de los 50. Colaboró en la Fundación del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Comenzó a pintar bajo la influencia del cubismo para derivar hacia un sentido lírico de depuración formal y en la segunda mitad de los sesenta volver al argumento plástico de la forma y desarrollar el concepto de tridimensionalidad. Desde 1990 se adentró en el grabado calcográfico propiamente dicho. En esta composición construye con masas de colores de formas claramente delimitadas que presentan el efecto de un colage con papeles rasgados manualmente, algo que había hecho en el 87, compaginando el impulso de la emoción con el equilibrio del conjunto y el orden de las cosas en el espacio.