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El pintor pone un marco al infinito, a la lejanía, ordenado geométricamente azules que se despliegan por la superficie en un amplio espectro tonal. Es la puerta de un universo onírico que se configura como un espejo poético, como una metáfora de la percepción visual que crea cierta incertidumbre entre la realidad y la magia que se esconde en la pintura.
Exposiciones
«Pinturas» noviembre y diciembre de 1994, Vigo.
Reproducciones
«Pinturas» Catálogo de la exposición.