MARIANO YZQUIERDO Y VIVAS

A pesar de nacer en Cuba, las escuelas de Bellas Artes de San Jordi y San Fernando, en Barcelona y Madrid, respectivamente, fueron los dos centros de formación de Mariano Izquierdo y Vivas. Pronto comenzaría a participar en salones y exposiciones nacionales, consiguiendo diferentes menciones a lo largo de su trayectoria, entre las que cabe destacar la primera medalla del Salón de Otoño de 1949 o el Premio del Ministerio de Educación Nacional. Asimismo, logró diferentes becas que le permitieron ampliar sus estudios en Europa.

A lo largo de su vida compaginaría su faceta creativa con la docencia, llegando a ejercer en A Coruña como director de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, ciudad en la que también formaría parte de la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora del Rosario. A comienzo de los años 40 obtuvo la plaza de catedrático de dibujo artístico en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.

Fue un autor polifacético que trabajó desde el cartelismo a las artes decorativas, pasando por la pintura. Entre sus géneros pictóricos más trabajados están el histórico y el costumbrista. Ejemplo de este último son las obras Las humildes encajeras de Camariñas y Gallega con gallo. En esta última retrata en un primer plano a una mujer joven sentada que porta en sus brazos un gallo. La figura, vestida con una blusa naranja, mira directamente al espectador y destaca en una estancia en penumbra, en cuyo fondo se abre una puerta, mediante la que logra sensación de profundidad, a la que se dirige otra mujer portando un hatillo sobre la cabeza.

En la primera obra recrea una escena interior cotidiana de una jornada de trabajo de un grupo de mujeres que realizan encaje bolillos en la localidad marinera coruñesa, conocida por este oficio artesanal. La estancia humilde, con pared pétrea y techumbre de madera, se abre en el fondo de la composición al exterior, logrando profundizar en la perspectiva y aportar un foco de luz a la escena.

Las siete mujeres son captadas en plena acción, ninguna de ellas observa al espectador, situando en un primer plano a un par de ellas que revisan el avance de una tira de puntilla de encaje, mientras que una tercera comienza el trabajo, como es habitual, en un cartón picado con alfileres. En un segundo plano se sitúa un grupo de otras cuatro palilleiras, que al igual que las primeras realizan su labor sentadas en el suelo descalzas y con las almohadas donde realizan la labor apoyadas sobre unos bancos bajos. Todas visten indumentaria humilde en la que destacan los coloridos pañuelos, como solía ser habitual en los retratos y escenas idealizados protagonizados por las mujeres rurales gallegas en la pintura desde finales del siglo XIX y durante buena parte del siglo XX, por parte de pintores más academicistas, como en estos ejemplos, o como en la producción de Fernando Álvarez de Sotomayor, a quien recuerda el estilo de la obras analizadas.

Esta obra perteneciente a la colección de Afundación está realizada en pleno período de madurez del artista, ya que solo un año después, como se ha mencionado, obtendría los máximos galardones de su carrera creativa. En ella se observa el dominio del dibujo y del color, que tenía Izquierdo Vivas, así como la capacidad de trabajo con la luz, del que destacaba su pericia con el claroscuro.