MANUEL COIA

Apasionante personalidad la de este artista, cuyo concepto expresionista de la forma le hace inconfundible. Nacido en un ambiente marinero, de la vida del mar ha participado activamente, y sabe de su dureza y aventura cotidiana en barcos de pesca y en mares de todo el mundo. Su formación es autodidacta. Quizá sintió la escultura desde las formas caprichosas de raíces emergidas en las playas de Nerga, lugar de su residencia, o tallando morosamente, a punta de navaja, un trozo desprendido del casco de una dorna. La madera es su materia habitual. Concurrió a certámenes colectivos, como los de la Plaza de la Princesa, en Vigo, donde comenzó a ser conocido, por los años 70. Realizó algunas exposiciones individuales, en ciudades de Galicia y fuera de este país. Ha residido largo tiempo en Brasil, donde tomó contacto con otras concepciones del arte. Al fin, retornó a Galicia, para trabajar en silencio y sorprendernos, periódicamente, con obras que son un grito, una denuncia, casi un panfleto. Las esculturas de Coia son pura síntesis, manojo de nervios, imaginaria lección de anatomía. Es su propia concepción de la forma después de haber visto mucho y rumiarlo, con su inteligencia como alucinada. Coia es vehemente, agudísimo, soñador de imposibles, bueno, directo y sincero, y como escultor es idéntico. De ahí que o entusiasma o se encuentra ante la indiferencia. Está representado en los Museos de Pontevedra y Vigo y en importantes colecciones particulares. Apenas concurre a certámenes.