Comentarios
La sensualidad y el erotismo están siempre presentes en la obra de este autor que ama profundamente el material y el trabajo, que conoce como respira la piedra, la madera, de las que extrae historias, alientos y secretos ocultos.
La figura de una mujer contorsionada, dispuesta en una postura atlética, camina hacia la abstracción pero sin perder la forma, ofreciendo una fantástica lección de anatomía. La sensualidad de la pieza es evidente en la rotundidad del sexo y de los pechos que se destacan, desafiando las leyes de la gravedad.
La sabiduría del autor para manipular el material consigue insuflar vida a la obra, la madera se transmuta, pierde sus cualidades para convertirse en un cuerpo voluptuoso, de piel broncínea, con un tacto suave y agradable. La superficie lisa de la figura es el espacio perfecto para provocar contrastes entre luces y sombras, con una luz que se desliza describiendo las posibilidades lumínicas generadas tras la combinación de oquedad y materia.
La influencia de Henry Moore se percibe en la obra a través del peso de la abstracción orgánica, del juego de curvas y contra curvas y la valoración plástica del vacío, que delatan el deseo de transformar el cuerpo en materia y la materia en carne.
EXPOSICIONES:
"Manuel Coia". Mayo-Junio de 2001. Centro Cultural Caixanova, Vigo
REPRODUCCIONES:
"Manuel Coia. 40 grandes artistas gallegos". Centro Cultural Caixanova. Vigo, 2001, pág. 57