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El Santo, de pie, en figura de tres cuartos, destaca en riguroso primer plano con el cuerpo cortado por el borde de la tela. El personaje, con barba y melena al viento, aprieta un pergamino contra el pecho a la vez que, con un ligero movimiento, extiende un brazo hacia adelante. El fondo, al aire libre, con rompimiento de cielo, refuerza la impactante presencia de la figura, que provoca sobrecogimiento, tanto por el expresionismo del rostro como por el de las telas, en cuya ejecución el brío y el color se aunan con la materia densa y suntuosa, empapada de luz que se expande por toda la túnica como una refulgente llamarada de verdes blancos y rojos.