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La cabeza no es algo nuevo en la iconografía de Pazos , ya anteriormente la habíamos visto en "Os Guerreiros". Trabaja con la idea de construcción-deconstrucción utilizando dos piezas que encajan perfectamente y ayudan a romper la simetría de la cabeza en la que contrastan las zonas pulidas y lisas con los huecos que se forman a uno y otro lado de la nariz como agujeros negros y profundos, sin salida, sugiriendo los ojos. El quemado de la piedra le da a la superficie un tono oscuro que a veces llega a adquirir reflejos rojizos. Utiliza también aquí el picado característico del cantero que nos adentra en las entrañas de la propia piedra realzando el expresionismo de la escultura con una provocación de sombras y contrastes de color y textura.