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Busto de frente adornado con sombrero. La artista define su propia personalidad, cuya juvenil presencia queda realzada por las luces. Los colores, aplicados con manchas y gestos espontáneos, crean atmósferas, que envuelven a la figura, dando una visión desenfocada del retrato. En su definición se juntan intenciones psicológicas, abstractas y formales.
Exposiciones
«Marieta Quesada» en Nueva Sala de Exposiciones Caixavigo, julio de 1992.