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Se configura con un diseño un tanto convencional, cuyos ejes se estrechan en el primer término entre un frondoso árbol y un peñasco, puntos de apoyo que favorecen la perspectiva del mar hasta la línea del horizonte, casi en la mitad de la tela. Pequeñas figuras, detalladas en la orilla, animan la composición con un pintoresquismo anecdótico, muy del gusto de la época. La luz del atardecer, ilumina el paisaje, imaginario, captado con una sensibilidad romántica. Técnica lisa, con registro de verdes, azules, marrones, lilas y blancos.