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Retrato de tres cuartos, ladeado a la derecha con esta mano levantada y la mirada perdida en esa dirección. La figura, enmarcada por una decoración geométrica, ocupa toda la tela cuyo borde lateral impide su visión completa. Las manchas, anaranjadas y rojizas, de las carnaciones resaltan sobre el luminoso blanco del fondo y la sombra azulada que, como un aura, respalda el rostro del personaje, imprimiendo al cuadro una cualidad nerviosa y visionaria. La factura, suelta, de escasa materia, da frescura y espontaneidad al conjunto.