SIN TÍTULO
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Admirador de Tàpies y de De Kooning, el autor concibe la tela como una superficie, un espacio sobre el que experimentar a partir de la valoración de sus cualidades físicas como objeto.El color y la materia inundan el campo compositivo sin intimidarse ante los límites físicos impuestos por las cuatro piezas, extendiéndose para conformar una orografía texturada y rugosa, matizada por la fina armonía cromática del gris y del beige que se confunden, se fusionan, concibiendo un paisaje de referencias simbólicas y emotivas.
El signo y la mancha dialogan en este territorio abierto, sugerente, que permite que las grafías y los tachones compongan inscripciones codificadas, huellas que remiten al uso y el paso del tiempo.