DIOS SOLO PUEDE SER NOMBRADO A TRAVÉS DE LAS COSAS MÁS DEFORMES
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El mundo se convierte en un lugar inhóspito para el ser humano deglutido por una naturaleza agredida y estremecida. Ocupando el epicentro de la superficie convulsionada, suspendidos al borde del abismo, se localiza una diminuta pareja mientras que el resto de supervivientes están descolgados, perdidos en el paisaje descompuesto.El cromatismo agresivo contribuye a crear un espacio en continua mutación, derramándose una y otra vez sobre sí mismo, consiguiendo que la paleta exhiba violetas, naranjas, azules y negros fusionados emergiendo una atmósfera violenta y en movimiento. El binomio color-materia crea un ritmo vertiginoso de formas y de sugerencias que excitan la imaginación, que invitan a otorgar sentido a los amarillos intensos de temperatura asfixiante, a los celestes líquidos que se desbordan como un fluido, a los negros texturados que brotan cual lava de las entrañas de la tierra.
El Hombre parece asistir al fin del mundo contemplando como todo lo conocido se desintegra a su alrededor, impotente ante el poder divino capaz de alterar los cimientos del Universo.