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El autor presenta un mundo personal, construido desde el alma y la memoria que combina la libertad con el orden, la espontaneidad con la geometría.Concebida como una propuesta abierta, el azul intenso se erige en narrador principal, en el guía de la emoción y la comunicación que necesita de soporte, de anclaje al marco blanco que lo circunda mediante pequeños cuadrados rojos que, como grandes cintas, lo agarran para evitar su caída.
Al igual que en un universo infinito, el color invita al viaje, a penetrar en sus entrañas para descubrir su frío interior solo alterado por la representación gráfica, arañada, del número cuatro, el símbolo de la totalidad.
La tela, entendida como un campo de acción, no ofrece una textura plana. La materia se encarga de sugerir formas, de generar y provocar cambios de luz en la superficie alterada, sometida a brochazos y a empastes, a rugosidades meditadas que otorgan sentido al mensaje poético.