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Un florero sobre una mesa con una ventana al fondo. La composición se estructura con los dos rectángulos verticales de la ventana y la pronunciada curva que describe la mesa sobre la que se apoya el florero, equilibrando, simétricamente, la superficie pictórica. Hace alarde de su gran maestría en la configuración de las flores sin contorno ni armazón, con simples manchas de colores transparentes, en armonía de azules, morados, lilas, blancos y verdes.
Exposiciones
Del 18 al 29 de enero de 1996 en Vigo, en la Confederación de Empresarios de Pontevedra.