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El color y la geometría son dos principios que soportan una composición con referencias al Suprematismo y al Constructivismo, ineludibles en una obra que es abstracción pura.

La sobriedad compositiva deriva de la estructura formal organizada en ritmos de tres elementos, tres colores, azul, amarillo y verde, distribuídos en tres bandas paralelas que ordenan la obra horizontalmente. La propuesta se completa mediante el trazado de las lineas del no color, el blanco y el gris, que fragmentan y alteran la obra generando planos geométricos que desbordan sus lindes físicos.

La presencia del color en Caruncho funciona como un agente dinamizador adquiriendo, como consecuencia de la división, diferentes tonalidades. La selección del color plano está pensado y estudiado, escogiendo los dos colores primarios, el azul y el amarillo por su relación con el verde, de gran importancia en su obra ya que se entiende como un referente, como una metáfora del verdor de Galicia.

Concebida como una arquitectura que guarda un difícil equilibrio, en la obra se percíbe una enorme tensión. Las lineas blancas y grises generan cortes y fracturas que están a punto de romperse desordenando la pieza como un puzzle pero, milagrosamente, se mantiene dando unidad, conservando la harmonía visual y cromática en un juego de encajes y fragmentos que muestran la complejidad de una propuesta lucidamente explicada en los versos de José Caballero, 'Non hai nada máis difícil que enfiar unha agulla e trazar unha liña recta'.