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Absorto en la belleza del paisaje, un joven apoyado lánguidamente sobre un árbol, ve pasar una bandada de golondrinas.
La composición, estructurada en tres planos que delimitan la profundidad, presenta en el primer término al joven poeta, en un plano medio la ladera y finalmente las nubes y las golondrinas que en su vuelo describen una uve.
Como excelente ilustrador, en esta obra, Máximo Ramos demuestra la calidad de su trabajo al conseguir esos matices de blancos, negros y grises en un dibujo que, a pesar de ser monocromo, no limita, en absoluto, su valor lumínico. La influencia de la estampa japonesa se intuye gracias al delicado grafismo de la obra.
Su gusto por las figuras tristes y melancólicas permiten, como en este caso, otorgar a sus creaciones misterio y lirismo siendo inevitable el preguntarse, ¿en qué pensará el poeta?.