Cruceiro de La Parda
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Paisaje rural dominado por el ancho camino que ofrece gran perspectiva a la obra. A ambos lados del camino, la parra y un muro dirigen la atención hacia el centro de la composición presidida por la campesina con las vacas y el "cruceiro". En último término, las montañas y el cielo plomizo y nublado revelan la capacidad exquisita del autor para captar la luz propia del paisaje gallego.
La obra, creada con gran mimo y detalle, disfruta de una pincelada pequeña y minuciosa, jugando con una paleta armoniosa, con un gusto por los ocres y los verdes, que capta no solo vegetación sino la atmósfera tranquila y sosegada de la vida en el campo.
A pesar de la aparente sencillez de la composición, está plenamente lograda la sensación de autonomía, la escena tiene vida propia, discurre a lo largo del sendero y continúa más allá de nuestra mirada en una obra que supera la simple anécdota o el costumbrismo anodino, descubriéndose como un testimonio etnográfico de una Galicia que siempre perdurará en la memoria.