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Se completa la cronología artística de Xaime Quessada en la Colección Caixavigo con 26 obras, firmadas, realizadas entre 1960-70, pertenecientes a la Serie Negra, en la que se mezclan experiencias vividas por el artista con un homenaje a Goya y a Picasso. El conjunto de la serie es su respuesta a la guerra, al fascismo, al holocausto, a la tortura física y psíquica y a la pena de muerte. El compromiso artístico y el problema de la libertad y los derechos humanos se respaldan mutuamente. El realismo, las inflexiones del dibujo, los arabescos, los planos geométricos, la sensación de que utiliza papeles recortados, unido a experiencias más recientes, conviven con la tensión que provocan el blanco y el negro, los ocres, y las salpicaduras del rojo que nos abruman de forma estremecedora.
El clima con el que nos vamos a encontrar a lo largo de la serie nos lo anuncia Quessada en "O Neno e a Besta" aludiendo a una mitología mediterránea arraigada en Picasso y enraizada en Goya. Xaime comienza enfrentando a la inocencia con la fuerza bruta. Es la amenaza de lo que puede ocurrir, es la amenaza de la guerra. En las obras las figuras se suceden con las cabezas levantadas, las gargantas prolongadas con bocas amargas, mirando hacia el cielo con los brazos alzados, sin venganza, con lágrimas que brotan de los ojos y saltan sobre las mejillas. "María Soliña", la mujer gallega, introduce una nota de serenidad y equilibrio, retratada sentada, en posición frontal, de cuerpo entero, con esa forma tan personal que tiene el artista de concebir la figura con preferencia sobre el retrato naturalista.
Nada es confuso en su pintura. Hay una limpieza absoluta para cada forma. No son anécdotas, ni historias, son escenas aisladas que tienen lugar en sitios desolados, absorbidos por la oscuridad. Un silencio negro, intenso y profundo, lo envuelve todo y hace pensar en alaridos terribles, "Madre Coraje" "Carabanchel" "Masacre patriótica" "Torturado". Sus voces rompen el aparente reposo de los fondos cuyo estatismo vulnera el movimiento de las figuras, que parecen escaparse del cuadro, con las manos crispadas, caras sacudidas, expresiones patéticas y pies que sobresalen del plano, "El Reo" "La Madre" "Réquiem en el Penal de Burgos". Y a la vez una cruel inmovilidad nos deja atónitos en "Auschwitz" "Linchado" "El Garrote II".
La atmósfera trágica se acentúa con las escenas de la tortura, el garrote vil y la silla eléctrica. Son imágenes que hacen daño, que llevan implícito el elogio de la libertad. Las figuras se repiten pero el sonido de sus voces es siempre diferente.
Quessada ha absorbido el claroscuro desde Rembrand a Picasso pasando por Goya, realizando un desafío de blancos y negros de gran belleza y maestría. En esta serie nos da un perfil de su sistema de valores en defensa de los derechos humanos y la libertad, con una implícita exaltación de la paz y de la vida. La mayoría de estas obras estuvieron expuestas en el Castillo de Villamarín en 1997, para cuya ocasión se publicó un catálogo con las obras reproducidas, editado por la Diputación de Ourense. Al año siguiente se expusieron todas las obras en el Palacio Galveias de Lisboa en una exposición organizada con la colaboración de Caixavigo, con motivo de la Exposición Universal de Lisboa de 1998, publicándose también un catálogo, en ese mismo año, en el que se conmemoraba el cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
M.L.I.J.