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Los colores liberados de toda figuración se expanden por la superficie del cuadro, impregnándolo y ocupándolo, jugando con dibujos esquemáticos, signos y grafías hundidas en la materia. Es una composición en la que la casualidad, la intuición o el azar de la acción, parecen determinar el resultado plástico que responde a un ideario estético que se apoya en los colores, propios, fruto de originales combinaciones de pigmentos y de la superposición de numerosas capas de pintura. El tema surge del interior del artista que busca la luz, la naturaleza, la recuperación de espacios en los que el espíritu pueda correr en libertad, integrando armonías y contrastes de colores para "hacer vibrar el alma humana" siguiendo el camino iniciado por Wassily Kandinsky.
987. S/T (1997)
