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Una figura femenina sola emerge de un fondo monócromo como un sueño, imbuida del aire amable que le da el rosa. Su cuerpo pequeño, de formas redondeadas, y, su apariencia seductora y graciosa a la vez, contiene algo de la estética de las venus prehistóricas. Las sombras, que rodean su figura con gestos de pincel, realzan su presencia en un espacio infinito que se pierde en el horizonte subrayado por una estrecha zona de cielo. Sobre la materia lisa se notan las huellas del pincel.