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Dos grandes bloques de materia emergen como magmas consolidados sobre la superficie del cuadro al que desbordan sobresaliendo en relieve. El fondo se cubre con resinas transparentes que se amontonan y forman grumos provocando un acercamiento táctil a la obra. El artista, en un alarde de potencia, da relevancia a la corporeidad física del cuadro con un exuberante tratamiento de la materia que casi adquiere autonomía. Su discurso de difícil entrada requiere una contemplación reposada y continua para que podamos comprender las sugerencias que encierra.