HERNANDO VIÑES

Nacido en una familia de ascendencia catalana y guatemalteca, se cría en un ambiente culto rodeado de célebres artistas (su tío es el afamado pianista y compositor Ricardo Viñes). Entre 1915 y 1918 reside en Madrid; realiza sus primeros dibujos en el Museo del Prado. A su regreso a París, sus padres le apoyan en su vocación pictórica y visita a Picasso ─amigo de su tío─, quien le anima a formarse artísticamente. Sigue su consejo, e ingresa en la Academia de Arte Sacro, posteriormente asiste a clases de dibujo en la Grande Chaumière, y completa su aprendizaje junto a André Lhote y Gino Severini. En 1923, gracias a su tío, participa como decorador de El Retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla; trabaja junto a Manuel Ángeles Ortiz, quien lo introduce en el círculo de jóvenes artistas españoles como Buñuel, Alberti, Francisco Bores o Joaquín Peinado ─con quien comparte estudio─, y se vincula a la Escuela de París. Ese mismo año participa en el Salón de Otoño, su primera colectiva. En 1928 realiza su primera individual en la Galería Percier; donde expondrá de manera regular, así como en la Galería Max Berger, y participa en colectivas junto a sus colegas de la Escuela de París. Fuertemente vinculado a España, toma contacto con la Generación del 27. En 1931 contrae matrimonio con Lulú Jourdain, musa y modelo de numerosas obras. Durante la Guerra Civil española, se significa con el sector republicano llegando a ser secretario general del Pabellón de España en la Exposición de París de 1937. Justo antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, se refugia en San Juan de Luz. Son años complejos en los que da clases de guitarra para subsistir, aunque continúa exponiendo a nivel colectivo. En 1965 se celebra una gran muestra retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Madrid, tras la que cambia su suerte. Firma un contrato con la Galería Theo, y expone anualmente en sus sedes de Madrid, Valencia y Barcelona, y asimismo se suceden muestras en el extranjero, en Europa, América y Asia; su obra pasa a integrar las más renombradas colecciones. En 1988 decide retirarse y recibe la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.     

En su pintura recorre un camino libre en el que explora diferentes estilos bajo el denominador común del equilibrio compositivo, la armonía formal y espacial y el protagonismo del color. En sus comienzos muestra una influencia de Cèzanne, se aproxima al cubismo, y posteriormente al surrealismo, para evolucionar a inicios de los treinta hacia un estilo personal más intimista de cromatismo cálido, a nivel temático aparece la ventana que se abre al exterior como motivo recurrente de su obra. Tras su matrimonio, se vincula progresivamente al impresionismo y fauvismo con influencia de Matisse, Vuillard, y Bonnard; su paleta cromática así como su sensualidad se reflejan en la obra de Viñes. Tras la Segunda Guerra Mundial, realiza una obra más densa y geométrica, donde la luz que se erige como protagonista, y emplea un cromatismo contrastado. A nivel temático cultiva el retrato, el desnudo, los interiores, la naturaleza muerta, y el paisaje; se torna fundamental a partir de 1950.    

En el óleo Hombre sentado en la mesa (1946) de la Colección Afundación representa, a través de sus características y rotundas pinceladas yuxtapuestas con un cromatismo de marrones, ocres, negros y blancos, a un esencializado personaje con túnica blanca, con un vaso de vino en su mano derecha y un plato con pan sobre la mesa, que dotan de simbolismo religioso a una escena que trasluce espiritualidad y misticismo.