ALEX VÁZQUEZ
Vázquez-Palacios Gómez, Alejandro
( Vigo, 1946 )
Biografía
En su árbol genealógico la creatividad está muy presente; es sobrino nieto del reputado arquitecto de O Porriño Antonio Palacios Ramilo y su padre es Isidro Vázquez Palacios, precursor de la faceta creativa en el mundo de la publicidad gallega. Es en 1983 cuando se puede situar el inicio de su actividad expositiva con diversas muestras en el sur de Galicia; él mismo afirma: «La decisión de empezar a exponer fue a raíz de un premio que le dieron a uno de mis cuadros en un certamen de la Caja de Ahorros de Vigo». Posteriormente, expondrá a título individual y colectivo tanto en ciudades gallegas como en españolas, así como en otras europeas de Alemania, Inglaterra, Bélgica o Portugal. Cabe destacar su labor como ilustrador, en publicaciones de renombrados escritores gallegos como Francisco Fernández del Riego, Carlos Casares, Darío Xohán Cabana, Francisco Xosé Fernández Naval o Xavier Alcalá, y su faceta de diseñador de ediciones de arte o catálogos, así como de relevantes muestras en las que ha ejercido de comisario.
En su lírica producción pictórica, cultiva principalmente el paisaje, natural o bien urbano —se advierte el poso de su tío abuelo—, aunque también hay lugar para el retrato o el bodegón; acostumbra a trabajar los distintos géneros por etapas. Alcanza la excelencia como dibujante, y su principal interés artístico radica en expresar emociones a través de una pintura vibrante, genuina y elegante, de particular equilibrio compositivo y personal enfoque centrado en el detalle. Evoluciona desde el realismo de sus inicios, con paisajes urbanos en los que el dibujo tenía un protagonismo fundamental, hacia sus célebres balcones, con el color como agente principal, y finalmente, se centra en la naturaleza como motivo principal, con una pincelada que se va soltando de manera progresiva, de tal forma que camina en dirección a la abstracción hasta llegar a un informalismo, aunque sin abandonar del todo las referencias figurativas.
En la Colección Afundación, figura un extenso conjunto de quince obras llenas de emotividad con encuadres fragmentarios propios del autor. Fechadas entre 1983 y el 2000, todas ellas están realizadas con acrílico —su materia principal y predilecta— sobre diferentes soportes: tabla, tela y papel, salvo el bodegón, muy inusual en su quehacer artístico, en el que emplea óleo en barras que confiere a la obra una sorprendente y brillante apariencia. En los paisajes urbanos, representa un paisaje de los tejados de Pontevedra, diversos balcones, y una vista de la fachada de la iglesia de Santa María de Pontevedra; evidencia su pasión por la arquitectura, así como una gran destreza para el dibujo, y una curiosidad y sensibilidad en la observación, con un afán por reflejar el paso del tiempo en recónditos espacios. Y en relación con su atracción hacia la popular arquitectura galaica, realiza un retablo con representaciones religiosas, en el que logra plasmar pictóricamente las peculiaridades del granito. La naturaleza, vibrante, en la que se impone el color y abraza la abstracción, aparece representada en un grupo de paisajes —uno en formato de tríptico que incide en su visión segmentada— que rezuman silencio y soledad, en los que la luz y la atmósfera devienen componentes principales.