JESÚS VALVERDE

Su infancia y adolescencia se desarrollan en su ciudad natal y sus alrededores, años en los que ya comienza a manifestar su interés por la escultura. En 1941 se traslada a Madrid, para realizar estudios de Bellas Artes en la Escuela de San Fernando. En los siguientes años completa su formación artística en Roma, París y Londres. Realiza su primera exposición individual en el Ateneo de Madrid en 1960, y dos años más tarde ya expone en París. Ya casado con la escultora Elena Colmeiro se instalan en Madrid pero mantendrán siempre un vínculo con Galicia donde tienen un estudio en A Ramallosa, (Vigo). Su vida y casi toda su carrera artística se van a desarrollar en la capital española. Entre los años sesenta y ochenta, participa en muestras colectivas relevantes como con el grupo Los Seis Escultores —se constituye en los sesenta en Madrid y se integra en el marco de la escultura neofigurativa— en España y en el extranjero, donde participa en muestras como la de Escultura Contemporánea en Nueva York o Escultura Española en Oslo. Obtiene destacados premios y reconocimientos, entre los que cabe destacar la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, el Primer Premio Nacional de Escultura (1967) y el Premio Cáceres de Escultura (1980), y también disfruta de becas como la de la Fundación Juan March (1965). Hacia mediados de los años sesenta, realiza uno de sus primeros monumentos públicos, una maternidad para el Hospital de la Seguridad Social de Valencia; en años posteriores, realizará obra pública en ciudades como Vigo o Madrid. Su obra se encuentra representada en numerosos museos de España y Europa, así como en colecciones particulares.

Excelente dibujante, es más conocido por su faceta como escultor. Su obra a nivel temático se basa en una reflexión universal acerca del hombre por lo que la figura humana —especialmente el desnudo femenino— es una constante en su trabajo. Entre sus numerosos referentes, cabe resaltar a Henry Moore, Bourdelle o Rosso, a los que reinterpreta con un afán renovador. Ha trabajado con materiales diversos, pero la piedra, y de manera especial el bronce, son sus preferidos. Con un notable dominio de la anatomía y el dibujo, realiza en sus comienzos una escultura vinculada a un realismo interpretativo para evolucionar de manera paulatina hacia el volumen y la robustez. Buscando contrastes de luz/sombra, movimiento/reposo que hacen que sus hombres y mujeres tengan una gran vivacidad. Con el paso de los años, el objeto escultórico adquirirá una mayor elementalidad —a nivel espacial gana protagonismo la confluencia de aristados planos, y el vacío adquiere una mayor relevancia como elemento— por lo que sus esculturas se aproximan a una intensa poética abstracta y orgánica. Entre 1985 y 1990 su obra sufre un rotundo cambio, abandona sus preocupaciones pasadas para explorar la instalación, el montaje o los ensamblajes —con una veneración al objet trouvé de Duchamp y a los ensamblajes de Schwitters— emplea madera, hierro, herramientas de construcción y desechos. A inicios de los noventa, el autor retorna al estilo con el que había triunfado en el pasado. 

En la rotunda obra escultórica Desnudo (1975) de la Colección Afundación, el autor emplea el bronce, y modela una figura femenina desnuda —su temática más recurrente— con su característico lenguaje vinculado a la abstracción, aunque sin desligarse totalmente de la parte figurativa. En la figura caracterizada por su fuerza expresiva y su complicada e inestable posición, se adivinan tensiones, sinuosidades, redondeamientos y oquedades reforzados mediante la luz, con brillos y sombras que confieren movimiento al sintetizado cuerpo femenino.