ANTÓN SOBRAL
Sobral Iglesias, Antón
( Marín, Pontevedra, 4 de abril de 1952 )
Biografía
El mar de su lugar de nacimiento, Marín, marcará significativamente su discurso artístico. Desde muy temprana edad le gustó pintar; con dieciséis años participa en sus primeras muestras en Pontevedra y Santiago de Compostela. Allí, estudia Matemáticas, y posteriormente Historia del Arte, al tiempo que es miembro de la directiva de la Asociación Cultural O Galo (símbolo de la transición entre el franquismo y el primer posfranquismo), y preside la primera Asociación de Artistas Plásticos que contribuye a fundar. Pronto combina su faceta artística con la docente, e imparte clases como profesor de arte durante muchos años en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Galicia, en Pontevedra. A lo largo de su trayectoria ha obtenido numerosos galardones y ha participado en más de doscientas exposiciones por toda España, en Francia, Alemania, Austria e Italia así como en distintos puntos de América. Asimismo, cabe destacar su labor solidaria en muestras en beneficio de Nicaragua, Cuba, Ruanda, etc., países con los que establece intercambios y colaboraciones artísticas, y su amplia labor en el contexto de la Galicia artística, pues ha ayudado enormemente a integrarla en el mapa del circuito nacional.
Artista polifacético considera que “el artista total” comienza en la pintura, para luego explorar también la fotografía, la poesía, la música, el teatro o la danza, entre otras disciplinas, siempre en un proceso de búsqueda de la belleza. En su pintura y fotografía se centra en el paisaje. Ha hecho del mar el pilar fundamental de su discurso estético, su leitmotiv y su gran tema. “Sobral interpreta el paisaje a la manera de los románticos”, sostiene Antón Castro; sus grandes referentes son Turner, Constable, Friedrich, y Gerhard Richter. Luz, tiempo, geometría, y memoria son presencias constantes en su obra cargada de lirismo y casi misticismo. Esencializa y simplifica el espacio hasta alcanzar una apariencia abstracta (solo interrumpida por el protagonismo de los horizontes) con una voluntad minimalista, que se potencia gracias a la finura en la factura de las obras con sus delicadas veladuras, y por la gama normalmente fría que suele emplear en su paleta. En sus paisajes no aparece la figura humana, sin embargo, considera que hay una participación muy activa del espectador. La modernidad de su trabajo radica en que deja en nuestras manos la resolución de la obra; “sitúa ante nosotros la experiencia de su mirada para que seamos nosotros mismos los que asimilemos la nuestra”, en palabras de Ramón Rozas.
En la Colección Afundación hallamos cuatro obras pictóricas del artista fechadas entre 1978 y 1999. En ellas aborda su género predilecto, el paisaje, de su querido mar y la naturaleza. En el paisaje 1989 —el más atípico—, el autor representa la naturaleza como un mundo extraño y ajeno, con dos piezas geométricas que modifican su superficie, que solamente podemos disfrutar desde la distancia debido a una gruesa línea negra situada en la parte inferior que actúa como barrera. Las marinas son obras casi abstractas en las que encontramos sus característicos horizontes, ese territorio de transición donde se separa agua y aire, el mar y la atmósfera. Se puede casi palpar el contraste de la calma del mar con la atmósfera agitada y brumosa, elementos recurrentes en su imaginario. La elegante paleta, y la delicada factura (muy lisa y velada) permite crear la sensación fotográfica de tiempo detenido, el instante previo antes de la tempestad o tormenta en la que todo se paraliza y un halo de misterio e inquietud invade la escena.
Bibliografía
ARTISTAS de Galicia. Guías culturais, Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 2003.