ANTONIO SAURA

Miembro de una familia con inquietudes intelectuales, su padre es abogado del Estado y su madre pianista, su infancia transcurre a causa de la Guerra Civil entre Huesca, Madrid, Valencia y Barcelona. Desde muy joven acompaña a su padre en las visitas que realiza al Museo del Prado. A inicios de los años cuarenta enferma de tuberculosis ósea, y permanece cinco años inmovilizado. Durante su recuperación, en 1947, comienza a pintar y a escribir de manera autodidacta. En 1950 realiza su primera exposición en la librería Libros de Zaragoza. En 1952 y expone en la librería Buchholz de Madrid con obras oníricas y surrealistas, año en que realiza su primer viaje a París, donde residirá entre 1954 y 1955. Allí entra a formar parte del grupo surrealista del que pronto se distancia. En la capital gala pasará largas temporadas, que alternará con Madrid y Cuenca. Funda en Madrid en 1957 el vanguardista grupo El Paso, que dirigirá hasta su disolución tres años más tarde. Ese mismo año expone en la Galería Stadler, con la que trabajará durante el resto de su trayectoria y cuyo representante será fundamental en sus logros posteriores. Participa en muestras en Europa, y en los sesenta comienza a exponer en Estados Unidos, en destacados espacios como el Museo Guggenheim o en la Galería Pierre Matisse de Nueva York. A partir de este momento, su obra recorre prácticamente el mundo entero en muestras tanto individuales como colectivas. A lo largo de su exitosa trayectoria, ha sido condecorado, entre otros, con el Premio Guggenheim de Nueva York, la Medalla de Oro a las Bellas Artes de España, y ha sido nombrado Officier de l'Ordre des Arts et des Lettres. Está representado en renombradas colecciones, principalmente europeas y americanas, y está considerado uno de los más relevantes artistas españoles del siglo XX. En el año 2006 se crea la Fundación Antonio Saura en Ginebra.   

Artista multidisciplinar, ha cultivado el óleo, acrílico, dibujo, collage, grattage, escultura, tapiz, mural o la vidriera, y cabe destacar su prolífica obra gráfica ─que realiza a partir de 1959 y en 1960 se integra en el grupo estampa Popular─ y su labor en el campo de la ilustración de libros. También ha diseñado escenografías para teatro, ballet y ópera. Desarrolla su intensa faceta literaria y teórica de manera paralela a su creación plástica. En sus comienzos muestra un fuerte vínculo con la poética surrealista, para evolucionar posteriormente hacia un informalismo de acento expresionista, principalmente en tonalidades blancas y negras ─gama que amplía a partir de 1960─, con un fuerte influjo de maestros de la pintura como Rembrandt, Velázquez o El Greco. Entre 1968 y 1978 abandona la pintura al óleo para dedicarse a la obra sobre papel. Poseedor de un carácter perfeccionista ─en 1965 destruye un centenar de pinturas y en 1979 un incendio acaba con parte de sus archivos y colecciones─ y obsesivo, afirma: «Lo fundamental es pintar con ojos nuevos las mismas obsesiones», que en su caso son el erotismo, la literatura, la religión, la dictadura, mitos, tradiciones, el cuerpo femenino, Goya… temáticas que componen un personal, inconfundible y dramático universo estético.

La serigrafía Figura (1989) de la Colección Afundación pertenece a la serie Retratos imaginarios, en la que representa en unas composiciones simples muy contrastadas para potencian la fuerza expresiva a sus personajes imaginados. Su «capacidad deformatoria» genera figuras cuasi monstruosas, realizadas mediante un trazo violento y una paleta cromática restringida y sombría ─en este caso, grises, negros y ocres─ con rasgos distorsionados ─destacan los ojos saltones y la boca dentada─ que parecen recordar a una gorgona.