MOLDES

Su infancia y adolescencia transcurre en su ciudad natal, Pontevedra, donde se inicia en el dibujo. En 1968 se traslada a Madrid para comenzar los estudios de Arquitectura Técnica, y también trabaja en el taller de forja de la Escuela de Artes y Oficios. En estos años se introduce en el ambiente artístico madrileño que lo lleva a decantarse profesionalmente por las artes plásticas. En 1970 realiza su primera exposición individual en la Sala de Información y Turismo de Pontevedra y participa en las muestras colectivas de la plaza de la Princesa en Vigo, germen del colectivo de Atlántica —grupo en el que participará activamente hasta su disolución en 1986. En su dilatada trayectoria ha realizado numerosas exposiciones en Galicia, en el resto de España y en Europa. Ha obtenido galardones como la medalla de oro de la XXI Bienal de Pontevedra (1990) y el gran premio de honor del I Salón de Otoño de la Real Academia Gallega de Bellas Artes (1996). Profesor de Bellas Artes de la Facultad de Pontevedra y miembro de número de la Real Academia de BBAA de Galicia, su obra está presente en importantes colecciones como la del CGAC, Abanca, Museo de Pontevedra o la del Museo Castrelos de Vigo, entre otras.

En su primera etapa realiza una pintura expresionista inspirada en la action painting de Pollock o De Kooning. El tríptico Presencias de Alfonso X (1983) marca una evolución hacia una pintura figurativa en la que redimensiona lo internacional, a través de sus tres pintores predilectos, Goya, Picasso y Bacon, a lo local, mediante una reinterpretación del componente ancestral galaico con una rotunda base de dibujo. Hacia finales de los ochenta explora un expresionismo naturalista de extremado primitivismo, con un componente más matérico; la pintura adquiere relieve e incorpora objetos reales cotidianos, como maderas, hierros o elementos vegetales. A comienzos de los noventa se produce una depuración en su pintura; busca una mayor pureza formal en unas obras, que recogen el paso del tiempo, la figura humana y la arquitectura. Hacia 1996 se produce un drástico y arriesgado cambio en su producción debido a su interés por investigar la visión científica de las imágenes microscópicas, las cadenas de ADN, y el mundo de la imagen pixelada procedente del mundo informático. A principios ya del 2000, vuelve a recuperar la figuración barroca y mitología galaica que desde sus inicios han definido su pintura, alternándola con procesos abstractivos de sugerente construcción espacial y cromática.

En la Colección Afundación figuran seis obras del autor. Las más tempranas, Ao galope (1983) y A traíña (1986), presentan unas abigarradas composiciones y una factura arcaizante, en la que predomina el trazo sobre la mancha, y en las que se entremezclan leyendas, imágenes del presente o recuerdos del pintor. Casa en verde y Casa en amarelo —ambas fechadas en 1993— corresponden a cuatro versiones que realiza de una casa real situada en Poio con las luces de las cuatro estaciones del año. Con un lenguaje próximo al cubismo, la arquitectura aparece humanizada; simultanea diferentes partes de la edificación y combina los planos de tal forma que ventanas, escaleras y puertas parecen convertirse en rasgos de un rostro que, al mismo tiempo, se transforma en una casa que cambia su apariencia a través de la luz. En las obras No peirao y Pasando o tempo no peirao —ambas de 1996— destaca la presencia de elementos arquitectónicos para estructurar la composición. En ellas combina la belleza y el poder expresivo de la pintura con objetos reales. Se crea así un lenguaje personal repleto de símbolos como la espiral, elemento recurrente en su obra.