XAIME QUESSADA

Formado académicamente en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), Xaime Quessada completó su formación en los viajes por Europa desde finales de los años cincuenta, estudiando grabado en la Escuela de Bellas Artes de París y la obra de los grandes maestros en el Museo del Prado y en otros principales museos europeos. Pintor multifacético, frecuentó todas las técnicas, tanto el óleo como la acuarela, técnica mixta, pastel, dibujo o grabado, trabajó en la ilustración de libros, el muralismo y el cartelismo, el diseño gráfico e, incluso, tocó la alta costura; también experimentó las posibilidades expresivas de la escultura además de la literatura. Durante más de cincuenta años expuso su pintura en las principales ciudades de Europa y América: Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga, París, Ámsterdam; Ginebra, Amberes, Stuttgart; Bruselas, Milán, Oslo, Copenhague, Lisboa, Boston, Nueva, York o México, junto con otras ciudades de Venezuela, Colombia, Puerto Rico, República Dominicana, Siria, Líbano, Egipto y naturalmente en las principales ciudades de Galicia. Su dinamismo artístico lo llevó a crear primero el grupo O Volter y posteriormente Sete artistas galegos, bien representados en la Colección de Arte Afundación y que fueron esenciales para la renovación del arte gallego y su incorporación a las tendencias estéticas que predominaban en la Europa de los años sesenta del siglo XX. Desde finales de la década de los cincuenta recibió importantes premios y reconocimientos a nivel nacional, así como la medalla Castelao de la Xunta de Galicia; sus cuadros forman parte de las colecciones de arte de museos e instituciones públicas y privadas de España, Europa y América y sus murales y esculturas pueden contemplarse en los espacios públicos de diferentes ciudades.

Quessada es un pintor atemporal y pluridimensional, imposible de clasificar en los estrechos límites de un estilo concreto o desde una perspectiva cronológica por etapas. Su paleta absorbía todos los estilos que atraían su atención, se movía entre la abstracción y la multiplicidad del universo figurativo con total libertad y viajaba estéticamente del conceptualismo y el informalismo al expresionismo, el postcubismo, el realismo mágico, el surrealismo, la nueva figuración o el pop art, jugando con esas tendencias en una especie de mestizaje estético.

El artista reconocía sin complejos la influencia de los que consideraba sus maestros: Picasso, Goya, Rembrandt o Leonardo. Pero, tal como la crítica percibía, en su quehacer pictórico siempre hay algo más que la herencia recibida, que el pintor transformaba con su particular mirada estética: un espacio compositivo de gran complejidad en el que la multiplicidad de figuras, planos y contenidos superpuestos, en ocasiones es de tal magnitud que solamente su dominio técnico de la materia, la perspectiva y el dibujo lo hace inteligible.

Sus obsesiones éticas determinaban su trabajo de creación como producto de la confrontación, temática y estéticamente dialéctica, que mantenía entre su voluntad de convulsionar nuestras conciencias mostrándonos todo el horror que el ser humano puede provocar, pero también, su confianza en la humanidad y en la posibilidad de la utopía. Obras como La guerra, Noalla o las de la Serie negra, que forman parte de la Colección de Arte Afundación, testimonian los horrores de la guerra, la violencia sobre los seres humanos, la lacra de la pena de muerte o la miseria y la explotación. Frente a la realidad de la crueldad humana, opone el idealismo de la utopía y la esperanza de un mundo socialmente equilibrado, libre de miseria y hambre, que mostraba en series como La música, La danza, Los carnavales, los desnudos femeninos y las maternidades. Esta pintura, también está presente en la Colección Afundación en obras como La música II y XV, O Mouchiño, Primavera, Otoño, El piano, Tiempo hiperbóreo o las maternidades que muestran la armonía, la serenidad y la belleza del mundo ideal que soñaba el pintor. Moreno Galván veía esta dicotomía de la pintura quessadiana como una confrontación entre el logos y el eros, mientras que Vázquez Montalbán entendía que la representación de aquel mundo idílico, permitía a Quessada relativizar el poder de todas las cadenas que oprimían a los seres humanos.

José Gómez Alén