MARIETA QUESADA
Quesada Legido, María Teresa
( Vigo, 1962 )
Biografía
Tenía que ser pintora, al ser hija de dos artistas notables, la deliciosa ingenuista Ana Legido y el irónico y esperpéntico Fernando Quesada, y sobrina de Jaime y Antonio Quesada, excepcionales pintores ambos. Formada rigurosamente en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel, en Sevilla, su obra acusará el excelente oficio que posee, sin perder inspiración personal. Se dió a conocer en Compostela en 1980 y su inicial muestra individual la hizo en Lugo, al año siguiente. Le llega el primer galardón en 1985, la medalla de plata en el concurso de Jóvenes Artistas de Vigo. Comienza a cultivar los más diversos géneros: paisaje, bodegón, retrato, pintura mural. Las galerías se interesan por ella y constituye fondo permanente en varias de Galicia. Salta a París, donde obtiene un éxito inusitado en ciudad donde es tan difícil el mero hecho de aparecer en una galería. Recibe encargos oficiales y ya es nombre en galerías de la capital francesa, con eco en publicaciones muy importantes. La Unesco adquiere una de sus obras y es seleccionada para el salón de otoño parisino. Mientras, sus muestras personales han amenudeado en diferentes ciudades de Galicia y de toda España, lo que, en el breve tiempo de su carrera, permite que constatemos que la de esta pintora viguesa es una carrera seria, en avance sostenido. Hay en la pintura de Marieta Quesada una delicadeza de ejecución que llega al primor, aunque no por ello deje de acusar una gran fuerza creativa. Se acerca por momentos a un surrealismo muy personal, quizá emparentable con Magritte y Ernst, participando, también, de modos neofigurativos de inexcusable raíz lírica, en los que están presentes estilos de sus familiares, aunque perfectamente asimilados, desglutidos y personalizados. Acaece que su capacidad de absorber lo que ve y le interesa es tanta, y sus propios recursos tan firmes, que puede permitirse esos acercamientos sin caer en el mimetismo. Desde luego, impera en esta pintura un sentimiento lírico, a veces narrativo, casi de deliberada ilustración para narraciones fantásticas. Las ciudades imaginarias, sobre peñascos agresivos, quedan como levitantes y sobre ellas sobrevuelan aeróstatos, tal como si sobre cualquier zona del río Loira ensayaran los hermanos Montgolfier su genial invento. Su paleta es caliente, aunque sabiamente atemperada. Dominan los carmines, los rosas, y juega muy bien con los tonos neutros, de manera que logra visiones como aurorales, un tanto magicistas, porque todas sus referencias están idealizadas. No en balde sobre su pintura hay ya poemas muy notables.
Bibliografía
-Torres, Xohana: Una infancia... Catálogo en Exposición. Caixavigo, 1995.