XAVIER POUSA

Durante su infancia en Goián realiza sus primeras manifestaciones artísticas y se convierte en discípulo de Antonio Fernández —figura clave en su vocación. Se traslada en 1950 a Madrid, donde se forma en dibujo en el Círculo de Bellas Artes y en el Museo de Reproducciones Artísticas, también copia a los maestros del Prado. Ingresa en 1951 en San Fernando y finaliza la carrera en 1956. Participa en su primera muestra en Pontevedra en 1951. Su espíritu viajero lo lleva a París, Italia, Alemania y Países Bajos lugares donde profundiza en la obra de los Grandes Maestros. Obtiene la beca de paisaje del Paular, y en 1956 realiza su primera individual en la Sala Macarrón —relación que continuará recurrentemente— con un abrumador éxito. Amplía su formación en la Escuela de Bellas Artes de Múnic y reside unos años en Madrid. Regresa a Galicia y expone en la Sala Foto Club de Vigo en 1960. Se establece en Ourense un tiempo. Su compromiso con la sociedad y el arte gallego se concreta en su adhesión al grupo Os Artistiñas, así como en la cofundación de Estampa Popular Galega. En 1969 se asienta en Vigo y continúa su actividad profesional que lo lleva a exponer principalmente en Galicia y Madrid, Sudamérica o Toronto. En 1994 Caixavigo le dedica una antológica dentro de la serie Grandes Artistas Gallegos. Ha sido reconocido con diversos premios y su obra forma parte de fondos de museos, instituciones y particulares. Una vez fallecido su obra estará representada, por iniciativa de su familia, en la Fundación Xavier Pousa, en su casa natal de Goián.

Considerado uno de los paisajistas más relevantes de la pintura gallega de la segunda mitad del siglo XX, ha sido definido como el gran maestro de la luz y del color. Además de sus paisajes intimistas, en los que se aprecia la influencia de la llamada Escuela de Madrid, abordó el retrato, el bodegón y el desnudo. Su maestro, Antonio Fernández, le inculcó su pasión por la naturaleza y un completo dominio técnico del procedimiento. Dentro de su cultura artística, se sintió muy vinculado con el impresionismo de Monet. En sus sobrias composiciones la pincelada breve y detallista y la pincelada larga y ancha se alternan en una pintura que muestra el encanto de lo sencillo y cotidiano con un caliente cromatismo.

En la Colección Afundación figuran quince pinturas que representan los géneros que aborda y que cronológicamente abarcan desde inicios de los años sesenta hasta los noventa. Su predilección por pintar au plein air, propio de los impresionistas, se ve reflejada en sus representaciones rurales y costeras gallegas que constituyen el grueso de las obras, así como en sus paisajes castellanos, Tierras de León y Cogeces del monte en Valladolid. Son paisajes desprovistos de artificios en los que la atmósfera y la luz se plasman magistralmente. Su magistral empleo de la luz, dota a sus composiciones de una atmósfera de intimidad que alcanza desde la sencillez de sus bodegones hasta altas cotas en el desnudo Vestíndose. Temática que aparece también en el idealizado tributo a la pintura francesa Paisaje con desnudos. La presencia de la mujer se completa en el retrato costumbrista de una joven pescantina con su patela. Su dominio del dibujo, la pincelada suelta y segura, y el uso de una paleta contrastada generan un busto de gran belleza y una dimensión casi escultórica.