XOÁN PIÑEIRO

La atracción de Piñeiro por la escultura surge muy pronto en un entorno familiar alejado del artístico (llega a trabajar de pastor). En 1944 ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo con gran esfuerzo económico, donde se forma con el escultor Camilo Nogueira. En 1947 estudia talla e imaginería en Santander, y un año más tarde, se traslada a Madrid donde simultanea su formación en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando con la de Artes y Oficios en la que tiene por maestro al escultor José Capuz. En 1950 monta su primer estudio en la capital y logra su primer galardón en la Exposición Nacional de la Escuela de Bellas Artes de Madrid. En 1952 recibe una beca de la Diputación Provincial de Pontevedra y viaja por España para estudiar la tradición escultórica barroca. Un año después obtiene una beca de viaje de ampliación de estudios que le permite visitar Francia e Italia, donde estudia el arte clásico y renacentista. En 1962 decide regresar a Galicia e instalarse en Vigo, y al año siguiente realiza su primera muestra individual en la Caja de Ahorros viguesa; participa fundamentalmente en concursos, certámenes, exposiciones nacionales y bienales en las principales ciudades gallegas, así como en Madrid, Barcelona, Valladolid, León o Santander, así como en Portugal. En 1965 monta su taller definitivo en Goián, aunque seguirá disponiendo de su taller en Madrid, que visita de manera esporádica. En el año 1980 fallece en un accidente de circulación. En 1998 se crea la Fundación Xoán Piñeiro. Su obra escultórica, con gran presencia de monumentos religiosos y civiles, se encuentra representada en destacados museos de dentro y fuera de Galicia.

De carácter humanista y apasionado de la naturaleza, su escultura, en la que convive lo abstracto con lo figurativo y monumental, se basa en la exploración de formas espaciales y corpóreas, así como en un afán expresivo y conocedor de los materiales. Destaca su versatilidad en el empleo de técnicas y materiales, si bien la piedra y especialmente el bronce son sus materias predilectas. En sus comienzos las temáticas están centradas en la Galicia marinera, con un toque reivindicativo, aunque también aparecen otros temas recurrentes como la temática religiosa, las maternidades o el retrato, su género más productivo y en el que destaca especialmente desde muy joven. Cultiva un realismo de acento esquemático con reminiscencias del expresionismo primitivista galaico y una clara influencia de Clará y Rodin. Cuando retorna a Galicia, aparece el dinamismo y la simplificación se intensifica. Hacia mediados de los sesenta, emplea novedosos recursos sintetizadores que recuerdan a Henry Moore, y desde inicios de los setenta, cohabita esa presencia humana sugerida con formas totalmente abstractas que evocan órganos sexuales o elementos de la naturaleza. El bronce se convierte en el material idóneo para estas experiencias.

En la Colección Afundación figuran tres obras escultóricas en bronce del autor. En Encarna y en Maternidad (1965) aparece la figura femenina sosegada, cuya presencia es recurrente en el imaginario del autor, y ambas obras comparten: la apariencia de volumen cerrado, la sobriedad en los rasgos, la uniformidad de las superficies en bronce y los pliegues y arrugas de los paños bajo la acción de la luz. En la obra más tardía Sin Título (1979), se aproxima a la abstracción y establece un juego con la concavidad y convexidad, las luces y las sombras, la diversidad cromática y el contraste de texturas en una forma abstracta helicoidal que evidencia la ductilidad del bronce. Ese material que le permite, como él mismo dice: «meterme dentro del mar, de la tierra o de los sueños, y liberarme».