NATALIA DÍAZ-MELLA

Es licenciada en Bellas Artes en la especialidad de Pintura, Diseño y Audiovisuales por la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra de la Universidad de Vigo (1993-1997). Completa su formación artística con estudios de doctorado en Pintura en Granada y asimismo en diversos talleres, cursos y congresos con maestros de renombre como Luis Gordillo o Juan Genovés. Realiza su primera exposición individual en el Teatro Principal de Pontevedra, en el año 1999, bajo el título «Visueño»; desde entonces, ha realizado diversas muestras individuales y colectivas, principalmente en el territorio gallego, y ha participado en certámenes y bienales de Galicia como el Certamen Comarcas do Sar de Padrón y Novos Valores ─en repetidas ediciones─, Certamen del Ayuntamiento de Cangas o la Bienal de Lalín Pintor Laxeiro, y a nivel internacional ha expuesto su obra en Londres (1996), en el periodo en el que disfruta de una beca Erasmus en la Universidad de Kingston. También ha obtenido galardones como el primer premio de Pintura Arte no Morrazo 98 o el primer premio de Pintura Rutas do Románico, y su obra figura en colecciones como la de Unión Fenosa, Museo del Constructivismo Español de Málaga, Colegio de Abogados de Pontevedra, Conservatorio de Música de Vilalba, Ayuntamiento de Cangas do Morrazo, así como en diversas colecciones particulares.         

Su propuesta artística está focalizada en la pintura ─aunque también cultiva el grabado─, y en esta destaca la fusión entre vida y obra, de tal forma que sus experiencias personales cotidianas constituyen el discurso de su sugerente y lírica producción. En palabras de Severino Penelas, practica «una abstracción en la que conviven el orden y el gesto, el control racionalista y la calidez licuante, la fuerza contenida del color y una limpieza y precisión que componen los atributos de la elegante sencillez que caracteriza su pintura». Evoluciona desde unas formas dominadas por la geometría ─en especial por el rectángulo─, en relación con la «valoración atmosférica de la geometría», término acuñado por la propia autora para referirse a su obra, con influencias de Malevich, Mondrian, Albers, Stella, o arquitectos ─como Le Corbusier o Mies van der Rohe─, hacia «formas más orgánicas, líquidas, azarosas, con el sucesivo desposeimiento de las geometrías… espacios de liberación que contrastan con las anteriores sensaciones de orden y control que formulaban los rectángulos», sostiene Penelas. La luz y el cromatismo resultan fundamentales en su producción, en la que juega con las veladuras, los vacíos, los blancos, la línea… para conformar imágenes llenas de liviandad y fragilidad que logran transmitir múltiples sentimientos, y que poseen unos retóricos títulos que remiten a la propia realidad de la autora.             

En la Colección Afundación figura un díptico de grandes dimensiones (200 x 200 cm) de la pintora viguesa. Su relevador título Cerebros coma flores II hace alusión a las evocadoras formas orgánicas que aparecen en cada una de las rectangulares ─forma recurrente en su imaginario─ y verticales piezas del conjunto, que pueden recordar tanto a un cerebro como a una flor, y que representa en unas tonalidades que contrastan con los trazos y manchas de distintas gradaciones tonales del fondo, que parecen responder al azar. Cada una de las partes del díptico está claramente diferenciada de la otra, de manera que juega con el contraste en ocres, grises y blancos, para componer una sugerente obra de acento intimista.