VILLAFÍNEZ

Absolutamente autodidacta, su vida transcurrió en Compostela, ante los principales monumentos de la ciudad, especialmente el Pórtico de la Gloria, que pintó cientos de veces con una insistenciza y fidelidad acaso únicas en el mundo. Su obra es puro paisajismo urbano y monumental. Sobre un dibujo seguro y un tanto elemental, aplicaba su materia gruesa en tonalidades contrastantes, casi siempre envueltas, aunque nunca faltaba un amarillo brillante o un azul muy lírico. Fue un personaje popular en la vida compostelana, pueto que su caballete estaba en cualquier esquina, ante los curiosos transeúntes, entre los profesores y estudiantes, los turistas y los canónigos, todos los cuales deben poseer siquiera un apunte de este pintor seriado, monocorde y sin embargo, en algunos momentos, excelente. Su obra está en todos los museos de Galicia y en colecciones institucionales, así como repartida por colecciones de todo el mundo, puesto que fueron muchísimos los aficionados que le encargaban, como quien compra una mercancía, un Pórtico, un Vista general, un Gelmírez. A todos atendió este bohemio, bondadoso, intenso trabajador que fue Lino Villafínez, que ha contribuido casi tanto como el Maestro Mateo a difundir por todo el orbe el encanto, la espiritualidad y la belleza de Santiago de Compostela, quien sin duda le debe un homenaje.