MANUEL LÓPEZ GARABAL

Su vida transcurre casi íntegramente en su ciudad natal, donde gozó de considerable prestigio como profesor de dibujo y pintura, artista de caballete y sobre todo, como retratista, correcto, de modos tradicionales. López Garabal se vinculó a la corriente realista que impera en la primera mitad de la vigésima centuria. Dibujante correcto, su paleta es viva, caliente, y su mancha amplia, inclusive abundante muchas veces. Acusa, sobre todo en sus bodegones y paisajes, ciertos modos impresionistas, aunque al fin se impone la referencia absoluta de lo que quiere representar en sus telas. Así, resulta inevitable que acuse cierto folklorismo tan en boga en su tiempo, si bien López Garabal lo dignifica siempre con un excelente oficio, honrado y cabal, de pintor pintor, sin más preocupaciones que la obra bien hecha perdurable, sin adscripción a modas. Realizó numerosas exposiciones en Compostela y en otras ciudades de Galicia, y también participó en colectivas notables de arte gallego. No ha contado con demasiada fortuna entre los críticos, si bien no se le regatearon elogios ocasionales de prensa con motivo de sus muestras. Algunas de sus mejores obras, como "Embaucadora", figura de anciana echadora de cartas, de dignidad comparable a la obra de Sotomayor, figuraron en las muestras antológicas que Caixavigo celebró con motivo de su centenario, en 1980. Está representado en museos y colecciones institucionales de Galicia y en muchas particulares, con retratos y bodegones, sobre todo en Santiago de Compostela.