JOSÉ HERNÁNDEZ

José Hernández se inició en la pintura a mediados de los años 50 de forma autodidacta, dibujando y pintando del natural. Pronto se interesará por el informalismo e investigará con la introducción de diferentes materiales en sus obras, abordando para ello diferentes técnicas. A mediados de los años 60 tiene la oportunidad de viajar por Europa y a su regreso se instala en Madrid, ciudad en la que continuó trabajando el resto de su vida. Sería en la madrileña Galería Edurne donde celebró su primera exposición individual en 1966.

Su dedicación al grabado propició la colaboración con diversos escritores y poetas, que compaginó con su faceta como ilustrador trabajando para ediciones de gran difusión. Asimismo, también realizó numerosos proyectos como escenógrafo y figurinista para representaciones de teatro clásico y contemporáneo, ópera y cine representadas en el Teatro Real, el Teatro Pavón y el Teatro Albéniz  de Madrid, así como en el Teatro Rosalía de Castro  de A Coruña, y en varias ediciones del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. Además, Hernández compaginó su faceta creativa con la de docente, impartiendo talleres de grabado.

La obra de Hernández fue expuesta tanto a nivel nacional como europeo y su carrera fue reconocida con su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y en la Academia Europea de las Ciencias, las Letras y las Bellas Artes de París. Su producción está presente en las colecciones de distintas instituciones como Biblioteca Pública de Nueva York, Museo de Arte de Baltimore, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Colección de La Caixa de Barcelona, Calcografía Nacional de Madrid, Museo de Bellas Artes de Asturias, Colección de Arte Contemporáneo de AENA o The Godwin-Ternbach Museum (Nueva York).

Este autor desarrolló a lo largo de toda su trayectoria, un lenguaje personal en el que los motivos oníricos protagonizaron su producción plástica. Esto se aprecia en el aguafuerte El sueño interrumpido, en el que sobre un fondo neutro grisáceo centra una figura antropomorfa de perfil. En esta obra se perciben las claras influencias de su estilo surrealista, que el artista sin duda domina, así como referencias a dibujos caricaturescos flamencos y juegos plásticos de Arcimboldo.