BALDOMERO GALOFRE GIMÉNEZ

Sobrino del pintor y escritor José Galofre y Coma, se forma a nivel artístico en la escuela de dibujo de Domènec Soberano (también maestro inicial de Fortuny) y con Ramón Martí y Alsina, así como en la Academia de Bellas Artes de Barcelona. Participa en la Exposición Artística Industrial en el Centro de Lectura de Reus en 1862 y se presenta en 1866 a la Exposición de objetos de arte celebrada por la Academia de Bellas Artes de Barcelona con el cuadro costumbrista catalán Els traginers y un paisaje. En los años siguientes, concurre con notable éxito a otras muestras celebradas en la misma ciudad y también en Zaragoza. Se traslada a Madrid con el objetivo de poder estudiar en directo a los maestros del Museo del Prado, y trabaja como ilustrador en las publicaciones La Ilustración Española y Americana. En 1874 obtiene la beca de la recién creada Academia Española de Bellas Artes en Roma para tres años, que pierde en el último año por informe negativo; pese a este acontecimiento, continuará residiendo en Italia doce años. En Italia trabaja con el francés Adolphe Goupil, también marchante de Fortuny, para el que realiza numerosos encargos. Durante esta etapa contrae matrimonio con la italiana Leteria Cacace, a quien conoce en sus estadías en el golfo de Nápoles, y asimismo goza de éxito comercial y traspasa las fronteras italianas, expone su obra en destacados foros internacionales como el Salón de París y  la Real Academia de Londres. Regresa de manera definitiva a Barcelona en 1886 y realiza una exposición individual ─con la que consolida su prestigio en su tierra natal─ en la Sala Parés, abierta dos años antes con una relevante muestra en la que también participa. Galardonado en diversos certámenes a los que concurrió, su obra figura en destacadas colecciones como la del Museo del Prado de Madrid o la del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina, entre muchas otras. 

De personalidad individualista y postura reacia hacia postulados académicos, cultiva principalmente el paisaje y la escena de género. En sus comienzos se expresa mediante un lenguaje realista de toques románticos, muy influido por su maestro Martí y Alsina, inmerso en el paisajismo realista, y también destaca la influencia del francés Gustave Doré. En Italia se deja seducir, en Roma, por la severidad del paisaje de Vertunni y por el dibujo naturalista de Enrico Coleman en la Campagna Romana, y en Nápoles, por Morelli, Dalbono y Michetti, y asimismo se imbuye del Fortuny más moderno; muestra un sorprendente eclecticismo a nivel estilístico y también técnico, pues explora la acuarela, el gouache, el óleo o el carbón. En sus posteriores viajes a París, toma contacto con la pintura de los Salones; y ya instalado en España muestra un genuino naturalismo que despierta la atención del crítico Narcís Oller, quien lo califica de «moderno». 

Los dos dibujos de temática gallega que se integran en la Colección Afundación evidencian su buen oficio como dibujante y forman parte del ambicioso e inacabado proyecto que le obsesionó durante muchos años y que inicia en 1887, denominado España pintoresca, con el que pretendía representar las costumbres de las distintas regiones del país; finalmente se materializa en numerosas tablitas y dibujos de Galicia, Asturias, Murcia, Castilla, Aragón o Andalucía. En Mujeres gallegas, representa a tres mujeres en primer plano en distintas posturas, realizando diferentes tareas, que rezuman dinamismo, y hacia el fondo un hombre de perfil; y en Mariscando, cinco mujeres descalzas en diferentes posiciones ─el mar tiene una importante presencia en su producción─ muestran el arduo trabajo del marisqueo.