RAFAEL FREIJEIRO

Nacido en un entorno familiar con gran afición por el arte, pues su padre es poeta además de notable dibujante, desde muy temprana edad comienza a dibujar de una manera espontánea; su hija, Celia Freijeiro también seguirá el camino del arte, en su caso, de la interpretación. Inicia su actividad expositiva en la muestra colectiva denominada Arte Xoven Galega en su ciudad natal, en la que ya destaca y es seleccionado, lo que supone un aliciente para proseguir con su vocación pictórica. Tras esta, participa en diversas exposiciones colectivas, y en 1992 realiza su primera muestra individual vinculado al Colectivo de Artistas Assi, grupo de noveles artistas del antiguo barrio de la ciudad olívica. Ese mismo año participa en una muestra en la sala de arte-pub Antroido de Vigo y da el salto a Madrid, donde realiza una muestra en el Centro Gallego y dos años más tarde en la Galería Ferraz. Concurre a certámenes y concursos en diversas ciudades de Galicia y también en Granada, Toledo y Portugal. Su obra forma parte de colecciones institucionales gallegas de Ourense y Pontevedra, así como de otras en Madrid y Portugal. Se considera autodidacta, y ha desarrollado una trayectoria silenciosa ─afirma: «Intento pasar desapercibido, y eso, a veces, es un problema»─ en la que destaca la medalla de honor en el prestigioso Premio BMW de Pintura del 2009. 

Asegura tener una inspiración constante, que le llega de lo cotidiano. Su estilo camaleónico ha ido mutando, de tal forma que se ha dejado seducir por muchos «ismos», en palabras suyas. A lo largo de su trayectoria atraviesa diferentes etapas ─afirma que hasta nueve─, entre ellas alguna puramente abstracta, antes de llegar a su estilo más característico, en el que se aproxima al expresionismo con referentes como Cezánne y Chagall desde la síntesis y el dinamismo, con ciertas referencias al pop y al universo del cómic. Acostumbra a compartimentar la superficie pictórica, y emplea un variado, contrastado y vivo cromatismo plano con formas que se muestran perfiladas por trazos negros continuos que denotan seguridad y firmeza. La crítica de arte Eva Asensio Castañeda resalta que «partiendo de un expresionismo analítico elabora una pintura figurativa en la que desvela sus propias vivencias, por medio de un lenguaje plástico de interpretación lúdico-satírica».  

En la Colección Afundación figura un nutrido grupo de trece obras pictóricas del autor en las que da muestras de su eclecticismo estilístico. En las pinturas en color de los años noventa se aprecia el estilo antes mencionado, con su característico cromatismo, así como la fragmentación de la superficie, especialmente en La Nuit, y en Nuevo Orden, obra en la que muestra su vertiente más crítica, al igual que En el camino. Los rostros humanos parecen remitir al cubismo, y el futurismo se apodera de La Máquina, en la que predomina la geometría. Su ironía inherente también aparece en algún título, como Frugívoros, una suerte de bodegón, y su afición por la música queda reflejada en Parto Musical. En Paisaje experimenta con la inserción de un objeto concreto de realista apariencia mineral sobre un fondo que simula ser una vidriera; el efecto resultante se aproxima al collage. Por otro lado, las seis obras restantes forman parte de una serie denominada Vigo, realizada en el año 2001 y en la que representa lugares característicos la ciudad con un estilo muy lejano del anterior; abandona la exultancia cromática para centrarse en el blanco, negro y gris, con los que imprime cierto halo de misterio a unas vistas de la urbe dominadas por plomizas atmósferas mediante un lenguaje más cercano al realismo y lleno de lirismo.