XOSÉ LUIS DE DIOS

Xosé Luís de Dios Martínez tiene sus raíces e infancia en Ourense. Aquí nació y vivió el futuro pintor e ilustrador a la sombra de sus hermanos mayores, Manuel, profesor y poeta, compositor y músico, director de la Coral de Ruada durante décadas, y Álvaro, sacerdote y codirector de dicha coral, determinantes influencias pues los libros son para el artista su elemento-base, desde las lecturas, especialmente poesía, con la música cual bajo continúo. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios desde 1957 a 1964, con premios en la modalidad de copia en yeso en los años 1960 y 1961, y el Premio Nacional de arte juvenil en 1962. En Luis Fernández Pérez “Xesta”, su profesor particular de dibujo, reconoció siempre a su maestro. Las tertulias alrededor de Vicente Risco, en el Hotel Miño y en la Taberna de Tucho, son base del Grupo “O Volter”, os Artistiñas, como les llamaba el polígrafo de la Xeración Nós a el, Quessada y al escultor Acisclo, para distinguirles de Failde y Prego, completan su cosmos nutricio.

Con aquellos hace varias exposiciones, en el Museo de Arte Moderno México D.F., 1971, y Pamplona, al año siguiente, siendo la primera la del Hotel Roma en 1964 dedicada a Celso Emilio Ferreiro. Hace su primera muestra en Ourense en 1963, y tres años después en Madrid, ciudad en la que vivirá hasta la década de los años noventa.

Bilbao Zaragoza, Santander, Valladolid, son ciudades en las que expone, además de la capital, sin olvidar las gallegas, en una época de amplio radio. Las obras de estos años son figurativas, de fuertes empastes, caso de las que dedica a Fuco Buxán.

En las décadas siguientes perfila su estilo desde un gran despliegue dibujístico, tanto en  óleo y acrílico como en sus obras en papel, grabados y trabajos con tinta china, gouache, acuarela o sanguina, técnicas todas al servicio de su sensibilidad, desde la curiosidad y una fértil imaginación, caso de sus series dedicadas a momentos del día, o al circo. En su regreso a Galicia, se instala en Tui, fase de mayor sosiego, centrada en la pintura, exponiendo aquí, en Lugo, Santiago, Ourense, Vilagarcía o Vigo, con apenas dos salidas a Madrid en los noventa. Gustó de la descomposición en planos, como se aprecia en los óleos de los setenta y primeros ochenta, para conseguir una volatilización controlada de sus interiores, con bodegones y temas figurativos en planos fragmentarios. En ellos el color vibra en múltiples fragmentos, como si pasáramos de un cuadro de Odilon Redon a uno de Sol LeWitt, mas sin perder las formas y la espacialidad. Es una deconstrucción sensorial a fin de que las recompongamos, para paladear nuevos sabores. Participó en numerosas colectivas, siendo buena muestra las institucionales de los años noventa, Vanguardias e silencios, Trazos e camiños (Xacobeo, 1993); Mar de fondo, Trinta artistas por Galicia, Espello do interior, Galicia terra Única o en 1998 Art i solidaridat: Milán, 1972-Barcelona, 1997. Hace sus últimas individuales en 2003 en Ourense y Compostela, con el colofón de la retrospectiva en Caixanova, de Vigo y Ourense, 2008, comisariada por Mercedes Rozas, síntesis de un camino y homenaje a la creatividad de su vida.

 Limia Gardón