DIEGO MOYA

Con un gran interés por el dibujo, inicia la carrera de Arquitectura en Madrid ─que finaliza en 1968─, en la que descubre que su verdadera vocación es la artística, de manera que comienza a estudiar Bellas Artes de forma paralela ─estudios que abandona en el segundo año─. En 1972 obtiene una beca de la Fundación Juan March que le permite viajar y realizar obra en París. En 1980 y 1981 obtiene unas becas del Ministerio de Cultura, y en esos años viaja a Estados Unidos. Desde 1991 posee un estudio en Asilah, Marruecos, país por el siente fascinación y donde pasa largas temporadas. Participa de manera habitual en muestras individuales y colectivas en España y otros país europeos, así como en Marruecos, y su trayectoria artística se encuentra jalonada de galardones de pintura como el primer premio en el IV Concurso Internacional de Pintura de Navarra (1986) o el primer premio en el Concurso Nacional de Pintura de Alcobendas (Madrid, 1987). También ha realizado numerosas intervenciones e instalaciones en el contexto arquitectónico, entre las que resalta la instalación-mural de la plaza Elíptica (Madrid, 1994), que le reporta el primer premio de «elementos componentes de espacio público». Está representado en colecciones españolas de prestigio como la de Unión Fenosa, Fundación “La Caixa”, Fundación AENA, Calcografía Nacional, Museo de Arte Contemporáneo de Navarra, etc. y en colecciones internacionales de Marruecos, Tánger, Bruselas, Ámsterdam o Japón. Muy interesado por tender puentes entre distintas culturas, en 1998 funda la Asociación MED-OCC, que desarrolla programas de intercambio cultural en el Mediterráneo, y también organiza muestras itinerantes entre Oriente y España, con importantes artistas, así como con coloquios y mesas redondas. Ha formado parte del Consejo Asesor de la Casa Árabe hasta el año 2012, y un año más tarde recibe el premio de la Asociación 14,4 como personalidad destacada en los intercambios culturales entre las dos orillas del Mediterráneo. 

Alejado de grupos o movimientos, la metafísica y la naturaleza son parte fundamental de su trabajo artístico multidisciplinar vinculado a la interculturalidad y la abstracción, en el que ha explorado la pintura, collage, escultura, instalación, y también la obra gráfica. Sus inicios están relacionados con la investigación que desarrolla en París del arte óptico y cinético sobre materiales plásticos, que se concreta en sus características cajas tridimensionales luminosas; trabajos que concluye en 1978 y que años más tarde retomará. Desde ese momento, su obra experimenta un cambio, realiza collages de papeles impresos y se deja seducir por el lenguaje pictórico del expresionismo abstracto americano, que descubre de primera mano en su viaje a EE.UU. Desde 1981 la pintura adquiere un gran protagonismo en su producción ─que alternará y combinará con otras disciplinas─, se interesará especialmente por la mística, el simbolismo y la materia; afirma Moya: «El mío ha sido un proceso a la inversa del habitual: yo me he ido materializando».  

Sueño de los muros II (1996) de la Colección Afundación, pertenece a la serie Continentes, en la que, en palabras de Juan Manuel Bonet, «está entregado a la exploración del paisaje interior, a sus paisajes del alma». Son obras llenas de fuerza y de símbolos que poseen una gran plasticidad e intimismo en las que emplea su característico lenguaje expresionista de carácter abstractivo donde la materia «habla» a través de sus característicos surcos y craquelados. En la pintura que nos ocupa, que parece evocar formas geológicas y cósmicas, se aprecia una división cartesiana de la superficie pictórica en dos mundos contrastados y enfrentados ─parece aludir a su propia dualidad: su origen europeo y sus fuertes raíces marroquíes─, y un grueso, serpenteante, gestual e irregular trazo blanco que invade ambos universos.