MARÍA ANTONIA DANS

Nace en Oza de los Ríos y con ocho años se traslada a Curtis —lugar que va a marcar su vida y obra—, donde establecerá su estudio en Galicia. En 1939 la familia fija su residencia en A Coruña, y María Antonia inicia su formación artística en la Escuela de Artes y Oficios y en las clases de pintura de Dolores Díaz Valiño. Realiza su primera exposición con Gloria de Llano, en la ciudad herculina en 1950, que le reporta un gran éxito de críticas y ventas; le permite visitar Madrid, donde descubre un hervidero en el cual se cuecen todas las vanguardias. Regresa a A Coruña por poco tiempo con el objetivo de regresar a la capital. Conoce al escritor y periodista Celso Collazo Lema, con quien contrae matrimonio en 1952 (del que se separará años más tarde), y rápidamente se trasladan a Madrid. Allí se introduce —de la mano de su marido— en el ambiente artístico. Participa en las tertulias del Café Gijón, donde entabla amistad con Cela, José Hierro o Carmen Laforet, y estudia por libre en el Círculo de Bellas Artes y la Escuela de San Fernando; establece una estrecha relación con Vázquez Díaz y Benjamín Palencia. Realiza su primera muestra en Madrid en 1953. En 1970 realiza su primera exposición individual en la galería Biosca y se generaliza su consideración como «pintora consagrada» tanto por territorio español como en el extranjero. A lo largo de su trayectoria obtiene varias becas de los ministerios de Educación Nacional y de Asuntos Exteriores y la beca de la Fundación March —que le permiten ampliar estudios en Italia—, así como reputados galardones entre los que destaca el Premio de la Villa de París (1963). Cabe destacar su faceta como dibujante en el diario Pueblo, y de ilustradora de libros infantiles. Su obra forma parte de importantes colecciones como la Colección Abanca o la Colección Carmen Thyssen.     

La pintura de Dans es profunda e intencionadamente ingenuista. Su pincelada es muy eficaz, su colorido es intenso pero matizado con dulzura, y se apodera de unos trazos de dibujo escuetos. Encuentra la inspiración temática en los paisajes —género en el que destacó— y los temas populares gallegos, donde expresa recuerdos y sensaciones vividas; en palabras de Dans: «pinto lo que veo, lo que he visto desde niña…». Aborda también el bodegón y el retrato, que se caracteriza por su carga psicológica. En sus inicios trabaja sobre todo con la acuarela, y cuando se traslada a Madrid evoluciona al óleo y también explorará las ceras y técnicas mixtas. Sus influencias más directas son Benjamín Palencia, Carlos Maside y la Escuela de Madrid. Hacia finales de los sesenta consolida su estilo, y en la década de los setenta / ochenta disfruta de su momento de esplendor con unas obras que podemos entenderlas como una síntesis de su legado artístico.

En la Colección Afundación figuran nueve representativas obras de la artista, mayoritariamente óleos. Salvo el bodegón con flores de su etapa inicial, el resto (entre las que encontramos sus temáticas predilectas: paisajes, temas aldeanos, retratos y naturalezas muertas) son posteriores a finales de los sesenta —momento de consagración de la artista—. En obras como Prados de Curtis destaca su forma de estructurar los paisajes mediante planos, y la fluidez de la pincelada. En Mujer con quesos encontramos una composición donde la simplificación de formas y la paleta más fría nos aproxima a su temática popular centrada en el factor humano, casi se siente lo que piensa la protagonista. En todas hallamos el denominador común del dominio del color y el tono amable.