TONO CARBAJO

De temprana vocación artística, inicia sus estudios en Barcelona en la Escuela Massana y posteriormente en la Facultad de Bellas Artes de San Jordi, donde recibe una formación europeísta y universal —descubre la obra de pintores como Broto, Miró, Klee o Henry Moore—. Posteriormente se traslada a Madrid y contrae matrimonio con la bailarina y coreógrafa de arte contemporáneo Nati Aguiar; influencia fundamental en su producción. Realiza su primera exposición individual en la galería viguesa Novecento en 1982, a la que sucederán numerosas muestras a nivel nacional e internacional, especialmente en Nueva York. Participa en destacadas ferias como ARCO o Arte Lisboa, y en el Pabellón de Galicia de la Expo´92. En 1993 obtiene la beca de creación en el extranjero Unión Fenosa y reside durante un periodo en Nueva York, donde complementará sus estudios en las prestigiosas School of Visual Arts y Parsons University. Durante su trayectoria es galardonado con el Premio Residu'art (2015), en la categoría de artista profesional, y con el Premio Ciudad de Alcalá de Artes Visuales (2016). Su obra forma parte de destacadas colecciones como la de la Fundación Cultural Mapfre, Gas Natural Fenosa, School of Visual Arts de Nueva York, Colección María José Jove, CGAC o la del Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella.

Artista multidisciplinar, sus primeras obras se enmarcan en el “post-pop” con una fluorescente pintura de ácidos colores. En 1983 realiza un curso junto a Luis Gordillo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y su pintura sufre un cambio; el componente matérico adquiere mayor relevancia y la gama cromática se vuelve más sobria y oscura. Realiza junto a Nati Aguiar espectáculos multimedia y profundiza en el diseño de escenografías para espectáculos. A partir de 1986 su obra pictórica se sumerge en una mayor espontaneidad; ejercita una pintura rápida, gestual, próxima al action painting. En 1987 crea la serie Art Explorer que supone un supone un punto de inflexión en su forma de concebir la pintura con el empleo del collage. Durante los noventa incorpora a su pintura objetos y materiales hallados en sus múltiples viajes —busca en el pasado y la memoria símbolos mediante los que recomponer su mundo— de manera que el collage adquiere una dimensión tridimensional y se aproxima al ensamblaje. En la actualidad compagina la producción pictórica e instalaciones con proyectos audiovisuales.

En las cuatro obras que integran la Colección Afundación hallamos el juego de opuestos y la combinación de elementos que remiten al pasado subjetivo del propio artista, como cuadernos de viaje. Son piezas de gran libertad formal que rompen con el marco tradicional del cuadro en pos de un espacio plástico más abierto. En Petroglifus in clavius (1992) la materia cobra el protagonismo mediante dos superficies casi corpóreas situadas en la base del cuadro que juegan con un fondo de resinas de gran sutileza. Bai la grange (1992) ejemplifica su necesidad de ampliar los límites de la pintura mediante una serie de pequeñas pantallas que rodean la superficie central. En Penares e manchas (2001) predomina el negro  y combina la realidad fotográfica con las planchas metálicas y el gesto libre; crea una obra de gran carga emocional en la que aplica el concepto de instalación al cuadro (relacionado con su trabajo como escenógrafo). En Corazón, andamios y cristales (1999-2002) el soporte es el lugar de acción para formular una metáfora de los avatares del amor. Un inmenso corazón blanco emerge sobre el fondo negro, en cuya superficie se insertan elementos no pictóricos: unos andamios de alambre y cristales rojos. El fuerte juego de opuestos a nivel formal amplifica el simbolismo de la pieza.