Su niñez transcurre en ambas márgenes de la bahía viguesa, ya que su padre traslada la pequeña industria familiar de Cangas a Vigo, cuando el futuro artista tiene cinco años. Poco después, reveses de la fortuna llevan a su madre, ya viuda, a trasladarse a Francia. Ángel comienza la estudiar agronomía y al fin se decide por las Bellas Artes, que inicia en Burdeos y continúa en Madrid, donde lo sorprende la guerra civil. Milita en el bando republicano, y esta circunstancia condicionará su vida de exiliado, primero en la República Dominicana, después en Haití y finalmente en Puerto Rico, con estancias en Nueva York y México. Se suceden sus exposiciones en el Caribe, Norteamérica y Europa. Consolida su fama de pintor y escultor, mientras en España, y en concreto en su Galicia natal, es prácticamente desconocido. Aficionado al mar, es navegante sempiterno con su familia. El último año de su vida, sabedor de que el cáncer está minándolo, trabaja febrilmente y fallece en 1986, el 11 de noviembre. Las exposiciones póstumas confirman su categoría de artista. A Galicia llega su obra de la mano de la antigua Caixa de Vigo, traída por su familia en 1995. Botello se inició en el impresionismo. La vida americana va a influir en él, se impregna de indigenismo, aunque siempre con un grano sentido espiritualista, que le permite fundir el autóctono con su lirismo personal. Acusa a menudo la influencia de Paul Gauguin.