JORGE BARBI

Estudia Filosofía en Santiago de Compostela; no obstante, su trayectoria va a estar estrechamente vinculada a su lugar de nacimiento, A Guarda, donde reside y trabaja en la actualidad. Con una formación artística autodidacta, inicia su actividad expositiva a comienzos de los años ochenta, y desde entonces se ha labrado un prestigio tanto nacional como internacional, avalado por muestras en instituciones como el MARCO (Vigo) o el CGAC (Santiago de Compostela), así como en espacios galerísticos como la Galería Gamarra y Garrigues (Madrid) o la Galería Juana de Aizpuru (Sevilla), y en otros países como Francia, Portugal, Italia, Alemania, Rusia, Brasil, etc.; cabe resaltar su presencia en el pabellón gallego de la Expo´92 de Sevilla. Ha realizado destacadas intervenciones en espacios específicos: en la naturaleza, en la Serra da Grova (Pontevedra), Roda de Isábena (Huesca), en La Liébana (Cantabria) o en Matsudai (Japón); también en la ciudad, en pleno centro de Santiago de Compostela; y en instituciones como el CGAC o el Museo Patio Herreriano. Su obra se encuentra representada en colecciones como la de la Fundació ”la Caixa”, RENFE, Fundación Coca-Cola, Unión Fenosa, CGAC, Fundación Patio Herreriano, ABANCA, Fundación Mª José Jove o la de la Xunta de Galicia.       

Artista independiente, su obra no se puede enmarcar en una tendencia concreta. Inicia su carrera artística con una pintura de tintes surrealistas. Pronto comienza a emplear múltiples soportes, pues la diversidad técnica es inherente a su producción de gran carga conceptual en la que explora el dibujo, la fotografía, el objeto encontrado, la escultura, el vídeo o las intervenciones en la naturaleza. El tiempo y el lugar, junto con el azar, resultan fundamentales en un trabajo ligado a la naturaleza y basado principalmente en el «paseo» como medio para «observar y recolectar», así como para «documentar y fotografiar», como sostiene Juan de Nieves. Es su entorno más cercano (la franja de costa entre A Guarda y Cabo Silleiro) donde comienza sus paseos a inicios de los ochenta que hasta hoy continúan generando «hallazgos» inesperados como apunta de Nieves. Asegura Pedro de Llano que sus obras no persiguen una voluntad de «estilo», ni tampoco muestran interés por evidenciar la marca de autor, sin embargo, hay una serie de elementos que se repiten constantemente: el paso del tiempo, el azar, el humor o los juegos de sentido del lenguaje. A comienzos de los noventa, abre nuevos caminos que le llevan a reflexionar sobre la descontextualización de las obras de arte, para posteriormente regresar a la observación de la naturaleza.           

En la Colección Afundación figuran diez obras de Barbi. En Hibernáculo, recipiente para ausentarse (1993) crea desde la simplicidad un refugio hecho a medida en contrachapado, «seguramente para aquel que está buscando un remanso fuera de la realidad acuciante», apunta De Nieves. En Sin título (1994), se sirve de una cadena de una bicicleta para crear una figura humana de pie situada sobre un pequeño pedestal definida por la sutileza y delicadeza. En las tintas sobre papel de 1994 y 1995, representa figuras esquemáticas construidas con trazos gestuales, próximas a la abstracción y llenas de dinamismo, que destacan sobre el soporte blanco del papel, y evocan las pinturas rupestres del Neolítico español. En las obras de la colección pertenecientes a la serie Argéntea, fotografía excrementos de gaviota —desde 1996 hasta el 2001— que sugieren figuras antropomorfas; el azar resulta fundamental, como en buena parte de su producción, pues la mayoría de las formas que encuentra son amorfas. En esta serie se advierte todo el proceso que configura su obra, que nace en la exploración del artista y termina con la mirada del espectador.